lunes, 26 de diciembre de 2022

Las causas reales

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 25 de diciembre de 2022)

En los años ochenta, el consumo de drogas en el mundo, pero también en España era una auténtica lacra. Cientos de miles de jóvenes enganchados, condenados a morir en la calle sin atención ni tratamiento alguno. En ese momento la Reina Doña Sofía lideró la lucha frente al consumo de drogas y fue la cara de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Muchas familias, más de 330.000, se han beneficiado estas tres décadas de los centros, programas y ayudas que nacieron gracias a que la Reina asumió esta causa como propia.


Esta Nochebuena, el Rey Felipe VI, en su mensaje televisado nos recordó -quizás sin darse cuenta- que a pesar de la gran labor de su madre, algunas drogas siguen muy presentes en la vida de los españoles. Pero esta vez no es la cocaína o la heroína sino la polarización ideológica. El monarca alertó que las democracias en el mundo están en riesgo por la división social, el deterioro de la convivencia y la erosión de las instituciones. España no es una excepción. Conforme a un reciente estudio de LLYC y Más Democracia, el nivel de polarización en nuestro país ha crecido un 35% en los últimos cinco años. Utilizando técnicas de Big Data e Inteligencia Artificial se han analizado millones de conversaciones digitales para concluir que cada vez es menor la confianza en las instituciones y mayor el enfrentamiento y el odio. Apenas hay espacio para el acuerdo. Por eso no extraña que Don Felipe dedicase sus palabras de este año a defender el entendimiento, el diálogo y los lugares de encuentro.  “Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza. La división hace más frágiles a las democracias; la unión, todo lo contrario, las fortalece”.


Pero no es tarea sencilla. Conforme a la investigación de los profesores Monge y Sigman, la polarización se comporta como una droga. Es adictiva, nubla el conocimiento y tiene consecuencias fatales. La división política irreconciliable lleva a exclusivamente leer y ver lo que ratifica tu opinión, a ser cada vez más crítico con quien no piensa como tu e incluso hasta disfrutar con la descalificación del que opina diferente. Este fenómeno, acelerado por el auge de las redes sociales, puede ser adictivo y provocar en el organismo -al igual que algunas drogas- la activación de sustancias como la dopamina o las endorfinas. Esto se traduce en que de un modo inconsciente buscamos repetir esas emociones causadas por la polarización y entramos en un círculo vicioso que retroalimenta el enfrentamiento. Y así, al igual que la toma de decisiones bajo las drogas nunca es la idónea, tampoco lo será bajo los efectos de la polarización. Nos cegará el odio y la pertenencia a una tribu y acabaremos errando.


Todos los estadistas necesitan una causa por la que ser recordados. Un legado. Después de escuchar al Rey esta Navidad hay una causa pendiente en nuestro país: la concordia. Una causa muy real para que la abandere Felipe de Borbón durante su reinado.


 


Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad de Internet (UNIR) y LLYC

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