(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 minutos el 4 de noviembre de 2019)
¿No te
recuerdas usando esta frase? Seguro que en tu casa, de pequeño, también la
escuchaste en muchas ocasiones. Incluso, si te esfuerzas, te
acordarás de cómo en el colegio algún profesor zanjaba así las discusiones.
«Para gustos, los colores» es una expresión del idioma español que proviene del
adagio latino “gustibus non disputadum” que subrayaba la inutilidad de pelearse sobre las preferencias de cada uno.
La tradición
oral nos ha regalado esta sabía frase que usamos para poner de manifiesto que no todos tenemos los mismos gustos y que nadie puede imponer los suyos.
Hay tantas opiniones como colores existen. Y ¿cuántos colores hay? Según
Newton, eran siete, que son exactamente los que forman parte de un arcoiris.
Pero la ciencia nos ha demostrado que son cientos de miles los que pueden
surgir de las diferentes combinaciones de los llamados colores primarios: azul,
rojo y verde. Por tanto si como algunos defienden hay hasta billones de colores
diferentes, también hay miles de millones de opiniones sobre
el mejor
color.
Ahora que en
las empresas el fenómeno de la diversidad se ha convertido en un mantra, me he acordado de esta frase para así convencer (inspirar) a los más
recalcitrantes (rígidos) para que superen sus recelos.
No todos
somos iguales a pesar de que nuestra mente nos lleve a pensar así
equivocadamente. En psicología estas trampas han sido bautizadas como
sesgos cognitivos. Nuestro cerebro ha recibido tantas veces información sobre
lo que es «normal» que acaba construyendo una realidad paralela asociada a esa
información, que no siempre es un fiel reflejo.
Para superar
estas jugarretas de la mente simplemente hay que poner luz sobre el mundo,sobre
todo el mundo, no sólo sobre muestro mundo. Si así lo hacemos nos daremos
cuenta que no todos tenemos la misma edad, no todos los directivos son hombres,
no todos tenemos las mismas capacidades, la misma raza, la misma ideología. No
todos tenemos la misma sexualidad, no hemos estudiado en la misma
universidad o ni siquiera todos tenemos educación superior. Tampoco será
unánime la forma de entender la familia, ni nuestro credo ni tampoco las
capacidades, el lugar de nacimiento o la lengua materna.
Para esos
que aún en tu oficina siguen sin tenerlo claro puedes decirles que la
diversidad ha de respetarse no solamente por humanidad sino
también porque es fuente de competitividad. Es la única vía de poder seguir
operando como empresa en el mundo incierto y sin fronteras (físicas ni
mentales) que nos ha tocado vivir. Tener equipos diversos garantiza diferentes formas de pensar y nuevas soluciones para nuevos problemas.
Permite ofrecer nuevos bienes y servicios para públicos hasta ahora escondidos
pero que han emergido con fuerza. Hace posible que aparezcan nuevos prismas
culturales, alejados de la supuesta normalidad,
que sean tenidos en cuenta.
Si aún así
no les convences, prueba a explicarles que diversidad tiene la misma raíz que la palabra divertirse. Que intenten ser diversos porque por lo menos se
divertirán.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR.
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