jueves, 28 de junio de 2018

Macron frente a la insolencia

(este artículo se publicó originalmente el día 26 de junio en el periódico La Información en la sección semanal #serendipia)


El monte Valerien es una colina al oeste de París sede del “Centro Memorial al Combatiente de Francia” porque en ese pequeño montículo fueron asesinados durante la segunda guerra mundial varios miembros de la resistencia francesa. El Presidente Emmanuel Macron visitó la semana pasada Mont Valerien, como lo han hecho todos sus antecesores, sin imaginarse que se iba a hacer viral su conversación con un adolescente que cantó a su paso “La Internacional” para después espetarle « ¿qué pasa Manu?».

La respuesta del Presidente de la República de Francia fue una regañina en toda regla al joven, grabada y luego tuiteada por el propio mandatario. Además de exigir respeto para su persona «a mi te diriges como Señor Presidente» le mandató tener en consideración a sus compatriotas homenajeados ese día, que dieron su vida por la libertad de Francia.

Casi a la vez conocimos que Brian Krzanich, el consejero delegado del gigante de la tecnología, Intel, había sido cesado por incumplir el código de «non fraternization» que la compañía exige en sus contratos de dirección, al igual que la gran mayoría de empresas americanas. Tras una investigación que demostró que el CEO tenía una relación afectiva con una colega de Intel, el presidente de la empresa de microprocesadores despidió inmediatamente a su primer ejecutivo. 

Es muy improbable que el insolente jovencito francés haya leído el último informe de INSEAD y Russell Reynolds sobre las características de los nuevos CEOs en el que el desafío a la autoridad aparece en primer lugar y ello le llevase a enervar a Macron.  Más factible podía haber sido que Krzanich o su pareja hubiesen ojeado ese mismo informe elaborado con técnicas de big data para concluir que los nuevos altos directivos de las empresas digitales disfrutan retando el status quo de la compañía. Sea como fuere, ambos, el muchachito y el directivo, midieron mal las consecuencias de sus actos o tomaron al pie de la letra el reputado estudio sin darse cuenta que los cambios culturales nunca son tan rápidos sino graduales.

La irreverencia es también uno de los rasgos que Deusto Business School junto a ATREVIA detectaron en su informe sobre la cohorte de edad siguiente a los millennials, la generación  z. Después de entrevistar a cientos de jóvenes nacidos entre 1994 y 2010 concluimos que ponían en cuestión lo establecido de un modo innato. Llevar la contraria a sus mayores, sean padres o madres, profesores o jefas es consustancial a su forma de ser y, no lo olviden si tienen un z cerca, no hay nada personal en ello. También la investigación argumentó que las características de estos jóvenes eran tan fuertes que estaban contagiando a las generaciones anteriores. De modo y manera que todos somos un poco z, es decir que somos más irreverentes que hace unos años.

Quién hubiera dicho hace apenas unas semanas que el Partido Popular que en 30 años de vida solo había tenido dos presidentes sin contestación alguna, hoy se enfrentase a unas primarias con siete candidatos en liza. Todos ellos, con sus candidaturas, ponen en cuestión la propia historia de su partido, pero nadie lo ha visto como tal sino como coherente con el tiempo que nos ha tocado vivir.

Otro informe universitario, en 2013, elaborado por la Universidad de California  y la London School of Economics demostró que una parte de los directivos de las más disruptivas compañías, compartían rasgos de personalidad que les llevaba a no tener miedo a romper las reglas, de hecho muchos habrían cometido comportamientos casi delictivos en su infancia.

Macron no fue objeto de ese estudio porque se elaboró 2013, año en el que acababa de entrar como polémico asesor del presidente Francoise Holland. Dejó una carrera en la banca de inversión por estar cerca del entonces Presidente de la República sin saber que le iba a sustituir. En esa fecha, hace cinco años, quizás Emmanuel no hubiera abroncado al niño porque tendría más presente al jovencito que él mismo fue y que también desafió el orden establecido iniciando un romance con una profesora casada, con la que años después se casó y hoy comparte residencia en El Eliseo. Brigitte Trogneux enseñaba literatura en un colegio de los jesuitas de Amines cuando tuvo como alumno a Emmanuel, de la edad de unos de sus hijos. La relación entre ambos no fue fácil ya que a la diferencia de edad, 24 años, se unieron las circunstancias familiares de Brigitte lo que llevó a Macron a calificarla “como incomprensible hasta para los que nos conocen”.

Incomprensibles también son muchas de las noticias de esta pasada semana que hemos repasado en este artículo si las analizamos con el prisma inadecuado, de modo y manera que para ser hijos de nuestro tiempo y entender lo que pasa a nuestro alrededor no vamos a tener más remedio que asumir algo de esa insolencia.

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