martes, 14 de julio de 2020

Cisnes, rinocerontes e impuestos

(este artículo se publicó originalmente el día 13 de julio de 2020 en el diario 20 Minutos)

El gobierno quiere subir los impuestos. Nadie puede sorprenderse porque es algo firmado en el acuerdo de los partidos que sostiene la presidencia de Pedro Sánchez. Pero ese documento tiene fecha de enero de 2020 y aunque han pasado pocos meses, ahora todo es muy diferente. Hace medio año, la economía crecía en el entorno de los dos puntos y España había enlazado seis períodos consecutivos de crecimiento del PIB Las previsiones macroeconómicas hablaban de una ligera desaceleración, pero garantizaban en 2020 y 2021 ratios positivos. Nada permitía atisbar el cisne negro de la pandemia en el horizonte. Un cisne negro es una expresión acuñada por el investigador Nassim Taleb para referirse a un suceso muy improbable, pero de alto impacto social. Así que, de bruces, en marzo, la sombra de un inmenso ánade de color negro tiñó de escuro todos los informes con sus previsiones. El último conocido, el de la Comisión Europea, estima ahora que la economía española retrocederá en 2020 un 10,9%.
Lo que sí sorprende es que en España sigamos anclados en enero de 2020 mientras nuestros pares europeos han ido anunciando sus medidas para luchar contra la recesión provocada por el parón económico que exigió la emergencia sanitaria. Coincidiendo con el inicio de la campaña de verano Alemania, Inglaterra o Italia rebajarán el IVA del turismo y la hostelería o el que afecta a bienes de consumo duraderos, Francia después de años bajando la fiscalidad se ha comprometido a no revertir esa dinámica. Holanda, Suecia, Lituania y Suiza aplazarán el cobro de impuestos como el IVA o el IRPF hasta 2021. Pero en España el reloj se paró en enero de 2020 y continuaremos con la hoja de ruta que exigió Podemos como si nada hubiera pasado. Subir impuestos como el de sociedades, patrimonio, los especiales o el de la renta o incluso crear nuevas figuras impositivas para gravar la actividad de las multinacionales.
A los economistas nos encantan los símiles con animales. Un rinoceronte gris es un fiero espécimen que vive en El Congo, después del elefante es el mamífero terrestre más pesado del planeta. Se conoce su peligrosidad, pero, a pesar de ello, todos los años pierden la vida algunos turistas que subestiman el riesgo de acercarse al bicho. La analista Michele Wucker explica que frente al cisne negro que nadie puede prever, este fenómeno es altamente probable porque ya ha sucedido en el pasado, pero por alguna razón el riesgo es ignorado.
El Banco de España ha alertado recientemente de las consecuencias de subir los impuestos, Bruselas insiste en sus nefastas consecuencias para una economía maltrecha y la historia económica está trufada de gobiernos que usando los impuestos con inteligencia hicieron prosperar a sus países. Ojalá que al Gobierno no le pase como el turista que visita la sabana africana y se acerca a fotografiar al rinoceronte gris muy ufano porque está montado en una potente camioneta. Porque cuando el rinoceronte se pone a correr ya no hay protección ni punta de velocidad de coche que aguante la embestida de su cuerno y solo queda lamentarse de la imprudencia.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

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