viernes, 26 de febrero de 2016

Innovación y política: ¿un barco en una botella?

(este artículo se publicó en el periódico Cinco Días el día 26 de febrero de 2016)

La innovación se ha convertido en la palabra mágica para las grandes empresas que sufren para adaptarse a la transformación digital pero también para los territorios que aspiran a seguir generando empleo y riqueza para sus habitantes. 

Desde que el economista Schumpeter formuló su teoría de la destrucción creativa sabemos que los emprendedores son el vehículo que pone la innovación en marcha. Son ellos los que hacen posible que la ciencia se trasforme en soluciones para el gran público. Precisamente son las nuevas empresas las que hoy están cambiando todas las industrias con sus innovaciones ayudadas por el acceso universal al conocimiento y al capital que la economía de internet está haciendo posible.

Los profesores de MIT y Harvard, Acemoglu y Robinson nos recordaron en su bestseller «Por qué las naciones fallan» que el marco institucional es más importante que los recursos de los que un territorio disponga. El premio Nobel de economía Douglas North años antes puso el acento en que los cambios en las instituciones son los que mejor explican el desarrollo económico de los países.

Animados por todo lo anterior cuatro profesores de Deusto e Icade Business School nos lanzamos este otoño a analizar los programas electorales en materia de innovación y emprendimiento de los cuatro grandes partidos españoles: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. Con la mente puesta en el último eurobarómetro que situaba a nuestro país en el último lugar con Grecia en desconfianza social hacia los políticos, el objetivo ha sido encontrar fronteras comunes entre las cuatro sensibilidades políticas. Fronteras para el acuerdo que hagan posible que España disponga de una política de innovación y emprendimiento a aplicar sin vaivenes en los próximos años. Este estudio ha cobrado mayor virtualidad, si cabe, por la aritmética electoral y la necesidad imperiosa de acuerdos transversales.

Porque no se puede entender la democracia, principal institución del mix que garantiza el desarrollo, sin los partidos políticos, hemos analizado sus propuestas para las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, a la vez que los sucesivos documentos para el acuerdo de estas últimas semanas. Ayer mismo pudimos conocer el texto del acuerdo PSOE-Ciudadanos que dedica, buena señal, su primer capítulo a la innovación y los autónomos.

La primera sorpresa ha sido comprobar que esos textos dedican espacio e importancia al asunto en sus programas; la calidad e incluso profundidad de las propuestas son dignas de resaltar.‎ La segunda conclusión es el apoyo sin ambages de todas las fuerzas políticas al papel de lo público en el impulso a la innovación mediante, por ejemplo, herramientas de financiación público-privadas y normas que eliminen los obstáculos creados por las propias administraciones. En tercer lugar, los grandes partidos apuestan por las nuevas empresas y las personas emprendedoras como elementos claves en nuestra economía y para ello no escatiman propuestas que les empoderen en aspectos relacionados con la financiación del emprendimiento, la fiscalidad de nuevas empresas y de sus inversores, la potenciación del I+D+i, la retención y atracción de talento o el apoyo al sistema de ciencia.

Otra dimensión a tener en cuenta, es menos positiva pero ha sido coincidente‎ en todos ellos. La falta de concreción de las propuestas, muy cercanas a la ambigüedad, la mención a eslóganes y lugares comunes como disponer de un Silicon Valley en nuestro país; por último la profusa adopción de argot que convierte el esfuerzo en ininteligible para el público no experto: startups, crowdfunding, clusters, hubs, stock options, business angels,... son solo una muestra de los innumerables anglicismos detectados. 

En cualquier caso nuestro análisis nos ha llevado a echar por tierra alguno de los estereotipos sobre los partidos de derechas e izquierdas en relación con la actividad empresarial. Ni los más liberales en España están en contra de la intervención de lo público en la actividad económica, ni tampoco los cercanos a las posiciones más izquierdistas niegan el papel de las empresas como vehículo del progreso. O al menos eso se trasluce de sus programas electorales, en un contexto en el que los programas se han trasformado en una suerte de contrato social.

Por último no podemos dejar de mencionar que nuestra sensación tras el análisis fue como estar observando esas maquetas a escala de barcos históricos introducidas en botellas de cristal traslúcido. El resultado de los cuatro programas en materia de innovación es de calidad, incluso alguno muy sobresaliente. No sabemos si han dedicado el mismo tiempo que se precisa para meter las maquetas de barcos a través de esos estrechos cuellos de botella,  de 1 a 3 años dicen, unas 1500 a 5000 horas. Pero si podemos afirmar que de poco sirve ese esfuerzo en la redacción de propuestas porque lo importante empieza ahora.

‎Olvídense los lectores de ‎intentar saber si los programas se han copiado de un manual de macroeconomía, de una conocida fundación o incluso entre ellos mismos; si son coherentes o incluso incompatibles con el resto de las propuestas de su partido. El reto es conocer si, como con esas maquetas de barcos en una botella, sirven para algo más que para admirar. Si servirían para algo al salir de la botella, del corsé del programa electoral, y en la realidad de un río o un lago serían capaces de navegar.

En el caso que nos ocupa, más pronto que tarde sabremos si esas políticas son factibles de aplicarse para conseguir que nuestro país abandone, por ejemplo, el puesto 27 del mundo en capacidad de innovar. Sabremos si son las políticas adecuadas para acelerar la capacidad de emprender e innovar de los españoles en motor de desarrollo y bienestar. Lo necesitamos.


Iñaki Ortega y Francisco González Bree son profesores de Deusto Business School; Juan Antonio Gil y Alberto Colino son profesores de Icade Business School.

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