lunes, 10 de noviembre de 2025

Los CEO

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 10 de noviembre de 2025)


Ahora que todo el mundo habla de enchufismo, amiguismo o incluso nepotismo en las empresas y en la administración, me gustaría hablar de lo contrario. Sí, porque por mucho que un ministro coloque a sus amantes en empresas públicas, yo conozco otra forma de hacer las cosas. Aunque los amigos más íntimos o la familia del poderoso de turno pretendan ocupar puestos de alta dirección saltándose los principios sagrados de igualdad, mérito y capacidad, lo que he visto en mi relación con las empresas durante las dos últimas décadas no ha sido así.

Tengo la suerte por mi trabajo de tratar con los primeros ejecutivos de muchas compañías. Ahora les llamamos CEO por las siglas en inglés de consejero delegado, antes decíamos gerentes y siempre directores generales o presidentes. Hombres y mujeres que dirigen empresas que facturan cientos de millones y dan empleos a miles de familias. Venden seguros, hipotecas, energía, pero también ropa o comida. Otros hacen feliz a la gente organizando viajes o transportándoles a ellos o sus enseres. Y luego están los que les ayudan con su salud o con sus cuitas legales. Y muchos más que no me olvido. Viven de sus clientes y atienden a sus patrones, en ocasiones inversores o familias empresarias. Lideran equipos que han creado ellos o han heredado con la responsabilidad de cumplir objetivos.

Pues bien, todos esos CEO con los que trato, comparten características que deberían ser conocidas ahora que el desprestigio en el acceso a un puesto de trabajo es tema de conversación. Todos son personas de alto rendimiento, como un deportista de competición. Están preparados -una gran mayoría han estudiado carreras universitarias de alta exigencia- pero han seguido actualizándose con cursos de especialización que voluntariamente y con sacrificio de su vida personal han querido realizar.

Al mismo tiempo todos ellos han tenido que hacer la maleta para trabajar fuera de su ciudad y país de origen. Han pasado por diferentes desempeños y funciones para de alguna manera ser examinados antes de alcanzar sus puestos actuales. Y todos, a pesar de disfrutar de posiciones empresariales que podríamos considerar de éxito, no se han acomodado y tienen la ambición de mejorar como si fuese el primer día en el trabajo. Muchos de ellos han tenido contratiempos como ceses o malos resultados y no se han rendido por ello.

Están en su responsabilidad de CEO porque se lo merecen y no porque nadie les ha regalado nada. Son conscientes de que viven en un entorno de máxima exigencia y se preparan para ello mental y físicamente; como también saben que su posición no será para toda la vida y que vendrán otros tiempos y trabajos. Tienen la humildad de escuchar consejos cuando son ellos los que habitualmente los dan y aceptan de buena gana las recomendaciones siempre que sean expertas. Buscan los mejores equipos y fichan talento, nunca amigos.

Esta glosa de los atributos y méritos de las personas que mandan en las principales empresas españolas no pretende regalar oídos a nadie -esos CEO saben bien blindarse ante los halagos- sino es un mensaje para los jóvenes que están entrando en el mercado laboral o lo harán pronto, también para los que acaban de empezar en una empresa y viendo las noticias piensen que todos los que jefes son como Ábalos y compañía. No es así. Un país como España se sostiene por sus empresas y por líderes que las dirigen en las antípodas de esa forma de ser tan despreciable. CEO capacitados y que se ganan cada día su posición con alta exigencia y con no pocas renuncias personales. Que no se olvide.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

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