domingo, 12 de octubre de 2025

Lo que significa TACO

(este artículo se publicó originalmente en el periódico de Cataluña el 12 de octubre de 2025)

Afamados economistas e inversores han acuñado el acrónimo TACO. No significa como la palabra española taco, un exabrupto y tampoco un plato mejicano, sino que sirve para definir una estrategia económica. Usando las iniciales de la expresión: Trump Always Chickens Out (Trump siempre se acobarda) el término ha triunfado en los círculos bursátiles. Desde el profesor de NYU Nouriel Roubini, hasta Martin Wolf de Financial Times pasando por directores de estrategia de fondos de inversión han alertado de que el presidente de Estados Unidos suele dar marcha atrás en sus decisiones cuando los mercados no las respaldan. No es algo nuevo, antes le pasó a muchos otros, quizás el caso más sonado fue el de la primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, que anunció un plan de recortes que produjo una caída de los mercados tal que se la llevó por delante a ella y su plan.

Este año con Trump se ha puesto de manifiesto exageradamente todo lo anterior con el famoso "día de la liberación" que desencadenó una fuerte oleada de ventas con el correspondiente desplome de la Bolsa. Fue entonces cuando el presidente americano flexibilizó su postura y retrasó unas semanas la aplicación de los aranceles. Así seguimos ahora, con continuos cambios de las tasas, sectores y geografías. Los trumpistas defienden que es una astuta táctica de negociación, pero los inversores se quejan de que lo peor para su trabajo es no creer en la palabra del presidente del primer país del mundo, porque eso supone que no hay previsibilidad en la economía. El profesor de la Universidad de Londres, Alex Dryden, explica que si los inversores se acostumbran a las continuas rectificaciones de Trump esto acabará provocando mayor volatilidad en los mercados puesto que nadie creerá nada y cuando pasen las cosas ya será demasiado tarde y vendrán los pánicos financieros. O lo que es lo mismo una vez que los inversores empiecen a asumir que Trump siempre va a ceder, construirán sus carteras en torno a esa expectativa; los rumores de cambios económicos radicales -aumentos significativos de aranceles- comenzarán a ignorarse, y los inversores se inclinarám por posiciones arriesgadas creyendo que la escalada se evitará en el último minuto…hasta que eso no pase y el desplome sea inevitable.

Más allá de la fronteras norteamericanas, la estrategia TACO puede aplicarse a su vez a muchísimos líderes que no han cumplido su palabra, Zapatero con la crisis inmobiliaria o Rajoy con la bajada de impuestos. En esos casos también los mercados, con la famosa prima de riesgo, obligaron a dar marcha atrás. No estamos libres, por tanto, de la disciplina de los mercados o si se prefiere de los líderes que ignoran que las políticas públicas se financian con deuda que pagan inversores de todo el planeta. Eso es lo que verdaderamente significa la estrategia TACO y la lección que deberíamos haber aprendido también por estos lares tras la dureza de la crisis de 2008.

Pero me temo que estos seis meses “horribilis” de Trump con sus idas y venidas de aranceles, la guerra de Ucrania sin terminar en 24 horas, la directora de Reserva Federal que sigue en su puesto, el cierre de la administración -shutdown- y el conflicto en Gaza, no han sido suficiente. Y el peligro de la mentalidad de este acrónimo y lo que realmente es una amenaza de la estrategia TACO aquí y en Sebastopol, es que a Trump le haya sentado mal que le llamen gallina y acabe -por eso mismo- obstinándose en sus políticas para demostrar que no es ningún cobarde. Un presidente que se empecina y sigue adelante con políticas arriesgadas a pesar de todas las señales de advertencia, es un verdadero peligro en Estados Unidos y en cualquier país del mundo, incluido el nuestro.

Dicho todo lo anterior, cómo me gustaría que el acuerdo de paz en Gaza sea la excepción que confirme el acrónimo TACO. Recemos por ello.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC



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