jueves, 11 de junio de 2020

La economía plateada como solución tras la pandemia


(una versión de este artículo se publicó originalmente el día 10 de junio de 2020 en el periódico El Mundo)

Cada día conocemos nuevos datos de la devastación que ha provocado la crisis sanitaria de la covid19. Más de 6 millones de personas contagiadas en el mundo de las que 383.000 han muerto, solamente en España casi 50.000 fallecidos según el INE. Además, el empleo de los jóvenes reducido en un 50% en el mundo, caídas de hasta un 10% del PIB en Europa y tasas de desempleo en España multiplicadas por dos. A esta desolación en nuestro país se ha unido las noticias sobre el efecto de la pandemia en las residencias para mayores.

Conocíamos que el virus era especialmente letal con los adultos mayores y que esa vulnerabilidad desde el principio de la pandemia explicaba que nueve de cada diez fallecidos eran mayores de 65 años, pero los adjetivos se quedan cortos con lo sucedido en las residencias. Los datos elaborados conforme a informes de las comunidades autónomas y el Instituto de Salud Carlos III infieren que una gran parte de los fallecidos han sido en residencias, con el detalle por territorios de la tabla adjunta.
Estos datos unidos a los testimonios de portavoces autorizados en el Congreso revelan que en nuestro país las residencias fueron abandonadas a su suerte en los peores momentos de la pandemia. Mayores conviviendo con cadáveres, la negativa a atender en hospitales a los enfermos octogenarios, cuidados paliativos como único tratamiento, absentismo del personal por la ausencia de medidas de protección son alguna de las razones que explican que en algunas comunidades autónomas el 90% de todos los adultos mayores fallecidos por coronavirus vivían en residencias.

Nada más lejos de nuestra intención que estigmatizar las residencias de mayores. Muy al contrario, ante tanto ruido urge poner luz sobre el fenómeno de los cuidados de larga duración en nuestro país y evitar actuaciones “en caliente” que poco ayudarán a la cada vez más necesaria oferta de calidad para atender los cuidados de las personas mayores. La desinstitucionalización en favor de los cuidados no formales o la conversión de las residencias en hospitales son alertas para lo anterior.

En España más de nueve millones de personas superan la edad de 65 años, y el parque de plazas en residencias de mayores es algo más de 370.000, es decir, una ratio de 4.1 plazas por cada 100 habitantes de dicho rango de edad, lejos de las 5 plazas recomendada por la OMS. Dicho de otra forma, en España solamente una minoría de personas cuya edad supera los 65 años reside en residencias de mayores. Teniendo en cuenta las perspectivas demográficas de España, en 2030 aún manteniendo la actual ratio de cobertura serán necesarias 93.000 nuevas plazas. Si España aspirase a alcanzar en estos próximos diez años la ratio recomendada, habría que aumentar la oferta en más de 200.000 plazas. Los servicios residenciales seguirán siendo necesarios, con o sin pandemia, porque la población mayor dependiente aumentará y la oferta de cuidados actual es incapaz de responder sin estas instituciones.

Pero es verdad que lo sucedido por la crisis de la covid19 exigirá una revisión en torno al modelo institucional de las residencias, su funcionamiento, planes de contingencia e integración con el sistema sanitario. Y sería conveniente que esa revisión del modelo se hiciera sin perder de vista la oportunidad de atraer inversión, tanto pública como privada, generación de empleo de calidad y reconocimiento del papel que juegan en la sociedad dichos centros, sus profesionales y sus residentes. FEDEA nos recuerda que la atención residencial a la dependencia sigue siendo un campo en el que apenas hay una metodología de indicadores, auditoría y control de estos centros y urge dar pasos en ese sentido.

Pero no solo el modelo institucional de las residencias requiere una reflexión. Conforme a los datos anteriores puede concluirse que más de 11.000 personas mayores han fallecido fuera de las residencias, en sus hogares o en centros sanitarios.  España, según la ONU, será en breve uno de los países más longevos del planeta. Nuevos modelos de vivienda para mayores (senior housing) diferentes al institucional de las residencias tendrán hueco en un mercado que será cada vez más amplio y consciente de la necesidad de contar con servicios asistenciales en un formato adaptable a las necesidades de cada momento vital. A su vez el sector de la atención a la dependencia generará un gran número de puestos de trabajo, y es una industria que no se puede deslocalizar. Las generaciones del baby boom que ahora están llegando a la jubilación exigirán modelos novedosos de atención centrados en el hogar y cuidados más personalizados, y dispondrán de mejores pensiones para poder pagarlos. Una oportunidad estratégica de creación de riqueza y empleo que la OCDE han bautizado como economía plateada. Más de la mitad del patrimonio y del gasto nacional proceden de los mayores, hagamos posible ahora que además sean atendidos de la mejor manera por nuevos servicios, nuevos empleos y administraciones públicas cómplices con esta silver economy.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School

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