jueves, 18 de enero de 2018

De la Florencia del siglo XV a la España del turismo


(este artículo se publicó originalmente el 15 de enero de 2018 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)

Esta semana la aparición de dos informes sobre nuestro país nos ha hecho más llevadera la temida cuesta de enero. El nuevo secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT) certificó que España es ya el segundo país del mundo en número de visitantes con más de 80 millones de turistas en 2017 solamente detrás de Francia. Por otro lado las estadísticas mundiales de criminalidad, dadas a conocer por el Banco Mundial nos han situado como uno de los países más seguros del mundo. Tenemos las tasas de asesinato más bajas no sólo de la Unión Europea, sino del mundo, por debajo de Alemania, Francia o Portugal. Por esta causa, mueren 0,7 de cada 100.000 habitantes, lejos de la media mundial, que asciende a 5,3. Sólo Irlanda, Holanda, Austria, Singapur y Liechtenstein tienen mejores datos.

No pueden estar equivocadas dos instituciones del prestigio de las anteriores y tampoco los millones de ciudadanos que nos visitan cada año y lo atestiguan. España es uno de los mejores países del mundo en calidad de vida. Precisamente el profesor canadiense Richard Florida lleva años defendiendo el poder de ese “buen ambiente”  para cambiar el mundo. Conforme a su teoría de las 3T, los territorios más dinámicos son aquellos que ofrecen las mejores condiciones para atraer y retener el talento (1ªT) y la tecnología (2ªT) –las clases creativas-. Esas condiciones las ha resumido en la palabra tolerancia (3ªT), entendida por el profesor en sentido amplio como la suma de libertades sociales y económicas además de una buena oferta educativa, cultural sin olvidar un clima agradable para vivir.

Otro profesor, Francisco González-Bree, esta vez español,  explica a directivos que la palabra cooperación ha de guiarnos en la nueva economía. Cooperación es un vocablo que procede del latín: co (unión) y operari (trabajar). Trabajar diferentes en unión es lo que dio lugar en el siglo XV de algún modo al llamado “efecto Médici” que ahora en nuestros días podemos reeditar en España. El profesor  de Deusto Business School cuenta en sus clases que Lorenzo de Médici, también conocido como Lorenzo el Magnífico por sus contemporáneos, fue un estadista de la República de Florencia durante el Renacimiento italiano. Príncipe de Florencia, mecenas de las artes, diplomático, banqueropoeta filósofo renacentista, perteneciente a la familia Médici. Esta influyente saga tuvo entre sus miembros a reyes de Francia e Inglaterra, varios Papás además de numerosos dirigentes florentinos que pasaron a la historia por patrocinar artistas y científicos de su época. La vida de Lorenzo coincidió con el esplendor del Renacimiento a finales del siglo XV. Un período de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Significó la reivindicación de la cultura clásica griega y romana pero también, lo que es más importante, se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa gracias a las creaciones literarias de escritores como Petrarca y Maquiavelo, las obras de arte de Miguel Ángel o Leonardo da Vinci, y grandes ejemplos de arquitectura, como la iglesia de Santa María del Fiore en Florencia y la Basílica de San Pedro en Roma.

Son muchos los autores que han llegado a considerar este Renacimiento florentino como el periodo de mayor creatividad de la historia de la humanidad. Pero lo que no se conoce tanto es el efecto impulsor de ese periodo conocido como “efecto Médici". Con esta expresión se quiere trasmitir que las explosiones de innovación y creatividad se dan en contextos de atracción de talento y  frontera entre disciplinas. La familia Médici, y en concreto Lorenzo de Medici, financiaron y apoyaron a investigadores, artistas, arquitectos, científicos y pensadores que se instalaron en esa parte de Italia conectando y creando intersecciones entre disciplinas y culturas generando contextos de frontera.

Ahora está en nuestra mano que se pueda reeditar ese periodo de tanta creatividad si nos inspiramos en el “efecto Médici". Son varios los factores que lo están facilitando. El primer factor es el mundo digital y en red que está desarrollando individuos digitales, equipos virtuales, organizaciones integradas, empresas en red y negocios interconectados a través de tecnologías de la información. El segundo factor es el mundo de la innovación, emprendimiento y pensamiento creativo que fomentan una adecuada mentalidad emprendedora, innovadora, crítica y creativa, tan necesaria en el entorno incierto actual de los negocios. El tercer factor es el mundo de la sostenibilidad que integra la búsqueda del éxito empresarial medido en términos de rendimiento, productividad y competitividad a la vez que intenta resolver los retos económicos, políticos y sociales globales y locales. Los nuevos modelos de negocio están integrando la sostenibilidad y el valor compartido como elementos clave para el rendimiento empresarial y la calidad de vida social. El cuarto es una nueva generación que tiene todas las habilidades anteriormente citadas que si se alinean con el poder que ostentan las generaciones pretéritas hará que sea imparable lograr un nuevo Renacimiento en nuestros días. El último factor tiene que ver con cómo empezó este artículo, con buenas noticias que trasladen al mundo un efecto llamada de que en España tenemos el mejor ambiente, la tolerancia de Richard Florida, para hacer florecer el talento.

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