(este artículo se publicó originalmente el 15 de enero de 2018 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)
Esta
semana la aparición de dos informes sobre nuestro país nos ha hecho más
llevadera la temida cuesta de enero. El nuevo secretario general de la
Organización Mundial del Turismo (OMT) certificó que España es ya el segundo
país del mundo en número de visitantes con más de 80 millones de turistas en
2017 solamente detrás de Francia. Por otro lado las estadísticas mundiales de
criminalidad, dadas a conocer por el Banco Mundial nos han situado como uno de
los países más seguros del mundo. Tenemos las tasas de asesinato más bajas no
sólo de la Unión Europea, sino del mundo, por debajo de Alemania, Francia o
Portugal. Por esta causa, mueren 0,7 de cada 100.000 habitantes, lejos de la
media mundial, que asciende a 5,3. Sólo Irlanda, Holanda, Austria,
Singapur y Liechtenstein tienen mejores datos.
No pueden estar equivocadas dos instituciones del prestigio de
las anteriores y tampoco los millones de ciudadanos que nos visitan cada año y
lo atestiguan. España es uno de los mejores países del mundo en calidad de
vida. Precisamente el profesor canadiense Richard Florida lleva años
defendiendo el poder de ese “buen ambiente” para cambiar el mundo.
Conforme a su teoría de las 3T, los territorios más dinámicos son aquellos que
ofrecen las mejores condiciones para atraer y retener el talento (1ªT) y la tecnología
(2ªT) –las clases creativas-. Esas condiciones las ha resumido en la palabra
tolerancia (3ªT), entendida por el profesor en sentido amplio como la suma de
libertades sociales y económicas además de una buena oferta educativa, cultural
sin olvidar un clima agradable para vivir.
Otro profesor, Francisco González-Bree, esta vez español,
explica a directivos que la palabra cooperación ha de guiarnos en la
nueva economía. Cooperación es un vocablo que procede del latín: co (unión) y
operari (trabajar). Trabajar diferentes en unión es lo que dio lugar en el
siglo XV de algún modo al llamado “efecto Médici” que ahora en nuestros días
podemos reeditar en España. El profesor de Deusto Business School cuenta
en sus clases que Lorenzo de Médici, también conocido como Lorenzo el
Magnífico por sus contemporáneos, fue un estadista de la República de
Florencia durante el Renacimiento
italiano. Príncipe de Florencia, mecenas de las artes,
diplomático, banquero, poeta y filósofo renacentista, perteneciente a la familia Médici. Esta influyente saga tuvo entre sus miembros a reyes de
Francia e Inglaterra, varios Papás además de numerosos dirigentes florentinos
que pasaron a la historia por patrocinar artistas y científi cos de su época. La vida de Lorenzo coincidió con el
esplendor del Renacimiento a finales del siglo XV. Un período de transición
entre la Edad Media y los inicios
de la Edad Moderna. Significó la
reivindicación de la cultura clásica griega y romana pero también, lo que es más importante, se planteó
una nueva forma de ver el mundo y al ser humano sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo. La ciudad de Florencia, en Italia, fue
el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después
por toda Europa gracias a las creaciones literarias de escritores
como Petrarca y Maquiavelo, las
obras de arte de Miguel Ángel o Leonardo
da Vinci, y grandes ejemplos de arquitectura, como
la iglesia de Santa María del Fiore en
Florencia y la Basílica de San Pedro en
Roma.
Son muchos los autores que han llegado a considerar este
Renacimiento florentino como el periodo de mayor creatividad de la historia de
la humanidad. Pero lo que no se conoce tanto es el efecto impulsor de ese
periodo conocido como “efecto Médici". Con esta expresión se quiere
trasmitir que las explosiones de innovación y creatividad se dan en contextos
de atracción de talento y frontera entre disciplinas. La familia Médici,
y en concreto Lorenzo de Medici, financiaron y apoyaron a investigadores,
artistas, arquitectos, científicos y pensadores que se instalaron en esa parte
de Italia conectando y creando intersecciones entre disciplinas y culturas
generando contextos de frontera.
Ahora está en nuestra mano que se pueda reeditar ese periodo de
tanta creatividad si nos inspiramos en el “efecto Médici". Son varios los
factores que lo están facilitando. El primer factor es el mundo digital y en
red que está desarrollando individuos digitales, equipos virtuales,
organizaciones integradas, empresas en red y negocios interconectados a través
de tecnologías de la información. El segundo factor es el mundo de la
innovación, emprendimiento y pensamiento creativo que fomentan una adecuada
mentalidad emprendedora, innovadora, crítica y creativa, tan necesaria en el
entorno incierto actual de los negocios. El tercer factor es el mundo de la
sostenibilidad que integra la búsqueda del éxito empresarial medido en términos
de rendimiento, productividad y competitividad a la vez que intenta resolver
los retos económicos, políticos y sociales globales y locales. Los nuevos
modelos de negocio están integrando la sostenibilidad y el valor compartido
como elementos clave para el rendimiento empresarial y la calidad de vida
social. El cuarto es una nueva generación que tiene todas las habilidades
anteriormente citadas que si se alinean con el poder que ostentan las
generaciones pretéritas hará que sea imparable lograr un nuevo Renacimiento en
nuestros días. El último factor tiene que ver con cómo empezó este artículo,
con buenas noticias que trasladen al mundo un efecto llamada de que en España
tenemos el mejor ambiente, la tolerancia de Richard Florida, para hacer
florecer el talento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario