domingo, 26 de junio de 2016

Humanizar la tecnología

(este artículo se publicó originalmente en el especial de la revista DKV TresvSeseenta con ETHIC del mes de junio)

R2-D2, C-3PO o BB-8 representan la esperanza de nuestra economía, según los expertos reunidos este mes de enero en Davos. Pero también esos acrónimos indescifrables son los causantes de la saga con más éxito en la historia del cine. 

La Guerra de las Galaxias no se entiende sin esos entrañables androides con nombre de clave de tarjeta de crédito, que acompañan a Luke Skywalker o la princesa Laia en sus aventuras interestelares. Causan estragos, capítulo tras capítulo, entre los más fieles seguidores de Star Wars; son un semillero inagotable porque no hay niño que vea la película que no se convierta en fan de esos increíbles robots. Desde que en 1977 apareció el primero de ellos, George Lucas, no ha dejado de usarlos sin saber que casi 40 años después, en una pequeña localidad suiza serían los protagonistas de las conversaciones de los tipos más poderosos del planeta.

Allí, en la estación de esquí de Davos, cada año se reúnen en el Foro Económico Mundial los más importantes directivos y gobernantes para hablar del mundo que‎ viene y cómo responder a los retos que se plantean. Este año la protagonista ha sido la cuarta revolución industrial. La también conocida como industria 4.0. será la de las fábricas inteligentes y tomará el relevo de la primera revolución del siglo XIX y la máquina de vapor, de la segunda y tercera con la producción masiva y la incorporación de los ordenadores, respectivamente. Esta nueva economía será la de las máquinas inteligentes. 
En opinión de Klaus Schaw, en los próximos diez años vamos a ser testigos de transformaciones más profundas que las experimentadas en todo un siglo. La tecnología va a cambiar radicalmente la forma en la que hacemos negocios, compramos y producimos, pero también cómo nos relacionamos, accedemos a la información e influimos en la sociedad. Todos estos avances científicos suponen una excelente oportunidad para la creación de nuevas empresas que solucionen problemas de nuestro mundo. Termina el informe del viejo profesor alemán, fundador del Foro, alertando de que está revolución traerá en el corto plazo una importante destrucción de ‎empleo por la sustitución de infinidad de tareas cotidianas por máquinas mucho más eficientes.

A muchos de los lectores les parecerá que el World Economic Forum se ha convertido en una pandilla de cinéfilos fanáticos de la ciencia ficción porque las máquinas no deciden hoy nuestras vidas. Por ello no está de más dedicar unas líneas a explicar qué hay detrás de los conceptos que han robado los principales titulares de la prensa económica estos años. Big Data, Cloud Computing, 3D, internet de las cosas...con la demostración palmaria de que la ley de Moore se está cumpliendo: tecnología cada más potente y más barata. Tal es así que hoy cualquier pyme puede dar vida a sus máquinas con el IoT (internet of things), fabricar desde casa objetos en tres dimensiones, almacenar nosotros mismos y gratis en un espacio virtual más información que la que jamás se ha generado en toda la historia de la humanidad o conocer el resultado de las próximas elecciones analizando los millones de datos disponibles en la red sobre los electores. Son sofisticadas máquinas las que están detrás de todas estas megatendencias.

Pero si aun así quedase algún escéptico, como dicen que todavía queda algún español sin haber visto un solo minuto de la Guerra de las Galaxias, aquí van dos o tres datos más. En Estados Unidos los llamados roboadvisors, robots financieros que a través de algoritmos crean una cartera específica para cada tipo de inversor, cobrando comisiones tres veces inferiores, son ya una amenaza real para los asesores financieros tradicionales.

Watson, el sistema de inteligencia artificial de IBM, ‎arrasó en el Cifras y Letras yanqui, ante los mejores concursantes incluso sin usar conexión a Internet. Por último más de 60.000 corazones en todo el mundo están controlados por marcapasos que gestionan dos empresas operadas por infalibles algoritmos que esperemos que nunca sean hackeadas por los mismos que cada años roban millones de dólares a las multinacionales aun disponiendo, estas, de los más avanzados sistemas de ciberseguridad.
Este nuevo mundo no escandaliza a los jóvenes que están hoy educándose en las aulas. Es su mundo, se han socializado con internet como aliado y sus amigos y parejas vienen de la red; se han educado encontrado respuesta a sus incógnitas en los buscadores y están reventando el statu quo de todos los sectores de la economía y también de la política. La llamada Generación Z, además de haber llenado esta Navidad las salas de cine para ver las naves espaciales de una película que tiene su origen en la época de sus abuelos, sabe que el mundo está lleno de oportunidades. Ellos están inventándose nuevos empleos como los hacker buenos; encontrando soluciones a problemas enquistados como la financiación del emprendimiento con el crowdfunding o demostrando que sigue mereciendo la pena luchar por causas tan nobles como la ecología, la igualdad y la lucha contra el terrorismo, ahora usando las redes sociales. Son la esperanza de que un mundo dominado por la tecnología será un mundo más humano.

No podemos poner freno a ese torrente de nuevas ideas que ebullicionan en las cabezas de los nuevos millennials. Y nuestra ceguera, cuando no nuestros miedos, para asimilar la disrupción tecnológica‎, han de transformarse en la catapulta que necesitan. Nuestra generación domina el mundo, manda en las empresas, gobiernos e instituciones. Estamos a tiempo de usar ese poder, que aún tenemos, para darles el impulso que necesitan para hacer un mundo mejor.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario

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