(esta columna se publicó originalmente el día 16 de diciembre de 2019 en el diario 20 minutos)
A mi amiga Ángeles no le gusta nada lo de la España vaciada.
Aunque la expresión ha triunfado para referirse al proceso de pérdida de
habitantes que sufren muchas comarcas, le parece que es ofensiva. Ángeles es de
Palencia donde la despoblación se ha cebado; la semana pasada me contó que han
desapareció más de 300 comercios en los últimos cuatro años y que es la
provincia en la que más autónomos cierran sus negocios. Pero Orense, Burgos y
Huesca están en una situación parecida, aunque fueron los vecinos de Soria y
Teruel los causantes del apotegma de La España Vaciada. En marzo de este año
recordarás la manifestación que trajo a Madrid más de 100.000 personas para
protestar por la falta de atención. Los convocantes demandaban más inversiones
en carreteras, ferrocarriles, pero también en servicios básicos como sanidad,
educación y por supuesto internet. Guadalajara, Cuenca y Zamora, aunque se
hable menos de ellas, también sufren ser parte de la España vacía. Este fue
precisamente el título del libro que dio origen al término que le enfada tanto
a mi amiga. En 2016 Sergio del Molino escribió La España vacía para llamar la
atención sobre el retraso social y económico que estaba causando el desigual
reparto de la población. Su obra, dicen, fue el desencadenante de todo, pero en
la pancarta de la marcha lo que se puso fue España vaciada. Se pretendía
denunciar que España está vacía porque ha sido vaciada, es decir que años de
desatención de los poderes públicos nos han llevado a esta situación.
Estas cosas le cuento a Ángeles para explicarle porqué ha
tenido tanto éxito el aforismo, pero no le convenzo. Le recuerdo que desde
noviembre el lema hasta tiene un escaño en el Congreso con Teruel Existe. Pero
ella insiste. Le parece un desprecio a su tierra y a los que viven allí todavía. “Los pueblos de Palencia no están vacíos ni
vaciados” me dice. “Son muchas las familias que seguimos en esta parte de
España y no queremos irnos; es más, si la gente conociese nuestros pueblos
estoy segura de que se replantearían su vida urbana”. Mi amiga un día leyó un
periódico en el que se reivindicaba La España Rellenada y desde entonces se lo
cuenta a todo el mundo. Defiende que dejemos de hablar de despoblación y
empecemos a hablar de repoblación. Apuesta por el teletrabajo y educar a los
niños en el campo. Apoya que millennials de todo el mundo emprendan desde el
agro para parar el cambio climático. Aunque lo que terminó de hacerme entrar en
razón fue lo que me contó sobre la Copa del Rey. Para ella hay que seguir el
ejemplo de la Federación Española de Futbol que sí que hace algo de verdad por
frenar la despoblación. El 19 de diciembre de este año el Club Deportivo
Becerril, un municipio al norte de Palencia de 700 habitantes, se enfrentará a
la Real Sociedad y recibirá el bullicio y la atención de miles de españoles. El
sorteo de la Copa todos los años hace posible, por un día, que pequeños
municipios sean la España Rellenada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario