martes, 6 de agosto de 2024

Perder es ganar (bronceados)

Este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 minutos el 6 de agosto de 2024

En verano con el calor, el mar y la piscina son los destinos más ansiados. Al mismo tiempo que se busca el refresco del agua, muchos también aspiran a lograr un color en la piel que favorezca más que el gris verdoso que se nos pone en la oficina. Volver a casa con un ligero bronceado no solo es una demostración que has estado de vacaciones, sino que además te han sentado bien.

 

Bronceados también están volviendo a España los miembros de nuestra delegación olímpica, no tanto por haber disfrutado del sol parisino sino por la cosecha de medallas que estamos consiguiendo. Los oros y platas sumados son menos que los bronces. Y de ese bronce quiero hablarles más que el de los rayos uva.

 

Es curioso (aunque sabio) que en los deportes olímpicos ser tercero sea una gran alegría. Perder es ganar. Conseguir la medalla de bronce es un triunfo, aun siendo la demostración palmaria de que no eres el número uno y en muchas disciplinas ni siquiera has hecho méritos para estar en la final. Lo bueno de los juegos olímpicos es que el reconocimiento al esfuerzo, aunque no se obtenga una victoria, es inmediato y reconocido popularmente. Los medallistas de bronce saltan de alegría y llegan a sus localidades de origen y reciben sentidos homenajes. En el resto de disciplinas de la vida esto no es así. Si no ganas, nadie se acuerda de ti, y tú mismo sientes que no has hecho tu trabajo bien. No tiene por qué ser así, el problema es que, en la vida real, la que no se retransmite por televisión, no hay bronces y muchas veces solo al cabo del tiempo nos damos cuenta que perder es ganar. Lo sabes perfectamente en el trabajo cuando no te dan ese ascenso para el que acumulabas méritos o incluso si te despiden injustamente… años después das gracias a esos sucesos que te permiten encontrar empresas donde te valoren de verdad. O más lejos aún si peinas canas como yo, cuando perdías noches de diversión por estudiar o planes soberbios porque tenías que madrugar en tus primeros empleos…con el tiempo te alegras de haber renunciado a todo eso, pero haber ganado una profesión.

 

Las lágrimas de Alcaraz tras perder la final, llevaron a Rafa Nadal ha escribir este mensaje en redes sociales que expresa a la perfección lo anterior “Carlos, aunque sé que hoy es un día difícil valora una medalla que es muy importante para todo el país y verás, con el tiempo, que para ti también”. Por eso a los que pierden todos los días, a los que jamás han ganado nada, a los que simplemente se quedan enfangados en una derrota, los animo a que sigan el mensaje de Nadal. Con el tiempo, como dice el tenista manacorí, este contratiempo será el anticipo de la victoria.

 

Y es que no sólo la medalla de bronce supone que perder es ganar, sino que la vida nos enseña y lo estamos viendo ganar a veces puede ser perder. Lograr una victoria en las urnas haciendo trampas es perder, amigos de Venezuela. También ganar una oposición de profesora en la Universidad Carlos III sin cumplir los méritos, es perder. Y quién sabe si ganar el referéndum entre las bases de ERC para lograr un concierto catalán sea finalmente perder ante la reacción de Puigdemont. El que tiene muy claro que ganar no es siempre bueno es Feijóo que acumula victorias electorales en las generales y en las europeas, pero su gesto y su gestión es la de una derrota. Hasta Pedro Sánchez que gana prestigio europeo y recibe todos los años ingentes fondos europeos, pierde cada vez que se pone lupa a la escasa ejecución de los next generation conforme a informes de reconocido prestigio. Por no hablar de los españolitos que vivimos en un país en el que nunca en la historia hubo tantas personas con una nómina, pero al mismo tiempo nunca antes daba un sueldo para tan poco.

 

Pero volvamos a las medallas olímpicas. El bronce no siempre fue para premiar hazañas deportivas, sino que uno de sus primeros usos fue para la defensa, escudos y celadas. Ojalá terminemos con muchos más bronces para España este verano de juegos olímpicos y nos sirvan como antaño para protegernos de lo que nos viene en nuestro país con el inicio del curso que tiene mala pinta a la luz de los últimos datos de empleo y de las amenazas de más bloqueo político (y si no nos sirven esos bronces como armadura por lo menos nos alegran estos días).

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

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