Este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el 2 de agosto de 2024
El sesgo de confirmación es una de las trampas mentales que explico a mis alumnos de la asignatura de dirección de empresas de cara a que conozcan la complejidad del proceso de toma de decisiones que sigue cualquier directivo. La lógica, la experiencia y los datos definen este proceso, pero también los fallos de la mente. De todos los prejuicios cognitivos a los que un consejero delegado está sometido, la trampa de la confirmación es uno de los más habituales, aunque no por ello el más conocido.
Este sesgo lleva a que cuando un CEO ejerce como tal y por tanto fija objetivos y hace seguimiento de los resultados, sin darse cuenta lo padece a la hora de analizar información. Y eso es así porque busca, interpreta, recuerda y por tanto prioriza de manera innata la información que confirma sus propias creencias. Pero no solo eso, sino que además otorga menos consideración a posibles alternativas de información que contradigan su propia hipótesis de partida.
No he dejado de acordarme de este error mental de la confirmación estas semanas desde que el presidente Joe Biden anunciara que no se presentaba a la reelección. Cualquier noticia publicada o comentarista opinando en medios de Europa, tenían este sesgo implícito. De modo y manera que a la luz de lo aparecido en los medios continentales, la victoria de Kamala Harris en las elecciones de noviembre estuviese ya asegurada al cien por cien.
Esta trampa de la mente de tantos para hacer cuatro meses antes a Kamala Harris la primera presidenta mujer de la historia de Estados Unidos, estaba basada, por supuesto, en varios hechos objetivos.
En primer lugar, la recaudación récord de la historia del partido demócrata, puesto que en apenas 24 horas desde que anunció su candidatura Kamala consiguió más de 100 millones de dólares. Además, dos días después de anunciar la vicepresidenta Harris su aspiración a liderar la candidatura de su partido, todas las encuestas otorgaron a la franquicia del burro un subidón, incluso alguna como la de Ipsos le daba por encima de Trump por primera vez. Y en tercer lugar el aluvión de apoyos de notables del partido con el matrimonio Clinton o Nancy Pelosi a la cabeza y estrellas como George Clooney, Robert de Niro o Barbra Streisand. Datos irrefutables.
Pero al mismo tiempo otros tantos hechos relevantes y notorios fueron obviados sistemáticamente del razonamiento inductivo seguido por tantos analistas en estos lares. A saber, el anuncio de los Obama de buscar un “candidato extraordinario” en lugar de apoyar a la vicepresidente en los días posteriores al desistimiento de Biden. La bajísima popularidad de Kamala entre las bases y el aparato del partido durante toda la legislatura que le ha llevado a estar prácticamente desaparecida de la escena pública desde su nombramiento en 2021. Por último, sus problemas para armar un equipo estable con dimisiones constantes en su núcleo directivo. Igualmente de irrefutables estos hechos, pero manifiestamente obviados.
O incluso en otra clara demostración de la trampa mental de la confirmación se ha llegado a interpretar sesgadamente otras informaciones también objetivas, quizás confundiendo deseos con realidades. Veámoslo. El programa electoral de Trump, más allá del personaje, es claramente amistoso con las empresas con rebajas fiscales frente a las alzas anunciadas de Harris; subidas de aranceles a la importación china recuperando un proteccionismo que gusta a las pymes y a la clase trabajadora, así como medidas para apoyar el emprendimiento tecnológico ante los ataques de Harris a las grandes corporaciones. En segundo lugar, el nombramiento de Vance como ticket republicano con una trayectoria con la que es idéntica el americano medio gracias a su libro superventas que podríamos libremente traducir su título como “El Paleto” y su exitosa trayectoria como inversor; el senador por Ohio representa el éxito del talento sin apellidos. Al mismo tiempo a Kamala se la identifica con el elitismo intelectual y progresista que para muchos votantes americanos es California; medidas defendidas durante su experiencia política en el “estado dorado“ como la legalización del cannabis, la regularización de indocumentados o el control sobre la posesión de armas no son bien vistas por una mayoría de votantes del centro y sur; que Harris ha cebado con su plantón al presidente de Israel estos días a la Cámara de Representantes.
Por mi parte y para huir de tanto sesgo he decidido ir a las fuentes primarias y escuchar su primer discurso como candidata. Mi sensación era la de una política alejada del tradicional centrismo de los demócratas y muy cerca de las propuestas populistas de la izquierda francesa de Melenchón: impuestos a los ricos, trabas a las grandes empresas, agresiva fiscalidad para luchar contra el cambio climático y alineamiento con los postulados de los sindicatos.
Mas allá de las publicaciones de estos días sobre Kamala Harris, son numerosos los experimentos en universidades americanas que han demostrado este sesgo del que le estoy hablando. Me viene a la cabeza aquel que se hizo con los votantes de Bush Junior al respecto de las armas de destrucción masiva que provocaron la guerra de Iraq y que nunca se encontraron, A pesar de ello los votantes republicanos seguían defendiendo la invasión usando esa premisa sabiendo que no era cierta. Quizás en unos años estas mismas investigaciones analicen los artículos periodísticos en Europa sobre Harris, solamente lo sabremos el 5 de noviembre. Hasta entonces y para ser justo entono el mea culpa y reconozco sufrir yo también el sesgo de confirmación, sin ir más lejos este domingo 28 de julio creyendo que en Venezuela las elecciones traerían la democracia.
Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC
No hay comentarios:
Publicar un comentario