miércoles, 14 de febrero de 2018

La inmediatez irrumpe también en la universidad


(este artículo se publicó originalemente el 13 de febrero de 2018 en  el periódico El Economista)


Hace ya dos años que Amazon anunció un sistema de reparto premium en Madrid mediante el cual en menos de una hora desde el pedido online el producto estaría en tu casa. Atrás quedaron los tiempos en que encargabas un producto en la tienda de tu barrio y habías de esperar un mes para recibirlo. La rapidez es algo con lo que ha convivido desde que nacieron los jóvenes que se incorporan a la universidad, son la llamada generación z. Descargas online inmediatas, velocidad de navegación inaudita o conversaciones simultaneas con varios amigos es lo normal para estos universitarios. El gigante de la distribución, Amazon, nace precisamente el mismo año que esta cohorte de edad, en el 1994. El hoy líder indiscutible del comercio minorista ha visto como los nuevos universitarios asumieron con naturalidad la entrega en el día. También cómo los millennials, hace un lustro, consideraron un triunfo poder disponer de cualquier producto del mundo en menos de dos semanas en su casa. Pero el fundador de la tienda en línea, Jeff Bezos, formó parte de una generación, la x, que estaba acostumbrada a solo poder comprar lo que se vendía en el supermercado de su ciudad y que exclusivamente gracias a un amigo viajero podía disponer un par de veces al año de algún producto exótico. Pasar del reparto en un año a en una hora es algo que hay que tener en cuenta para entender como la educación superior ha de responder al reto de la inmediatez.

Hace unos meses varios profesores de las universidades de Deusto, ICADE, ESADE y Loyola se juntaron en Madrid en un seminario sobre las nuevas generaciones de alumnos. Algunas de las cuestiones que se comentaron eran por ejemplo la exigencia de los estudiantes a los profesores de respuestas rápidas a sus dudas, de mayor velocidad en la corrección de los trabajos y los exámenes así como poder agendar tutorías presenciales con los docentes con apenas unas horas de antelación. Da igual que el docente tenga 10 o 300 alumnos, o que imparta varias asignaturas en varios cursos, los z quieren la velocidad de internet, la rapidez de Amazon en todas las facetas de su vida. Hoy el reto para la educación superior es superar el estupor ante estas demandas para usar la tecnología como herramienta que mejore la conexión entre estudiantes y alumnos antes de que sea demasiado tarde. Por suerte la madurez de la tecnología nos permite hoy afrontar ese desafío con garantías; de hecho, las universidades que no lo hagan desaparecerán.

Deusto Business School ha emprendido esta aventura adaptando temarios, formatos y hasta soportes a su enseñanza ejecutiva. Programas sobre big data, cibeseguridad, fintech o hasta sobre blockchain se han convertido en las nuevas estrellas de la señera universidad vasca frente a los clásicos MBAs. Nuevos cursos de posgrado con menos horas presenciales pero más contenido online y más pegado a la actualidad nos anuncian el auge de los llamados programas blended. Además la irrupción de nuevas formas de enseñar, como la clase invertida o flipped classroom nos enseñan el camino para seguir innovando en la educación superior.

El teléfono necesitó 75 años para alcanzar los 100 millones de usuarios, el móvil en cambio apenas necesitó 16 años. Internet logró esos usuarios en siete años y Facebook solo precisó de cuatro años. Instagram lo hizo en dos pero Candy Crush en solo uno. Esa rapidez para crecer tiene una doble cara, que es la increíble velocidad también para desaparecer. Que nadie lo olvide en un sector como el universitario que aun con más de 700 años de vida puede desaparecer de un plumazo.

Iñaki Ortega es doctor de economía y director de Deusto Business School

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