lunes, 4 de agosto de 2025

Ilusiones veraniegas

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico económico La Información el día 4 de agosto de 2025)

Seguro que te ha pasado alguna vez. A mi me pasa mucho. De repente alguien te habla de un asunto que no tenías en la cabeza y a partir de ahí lo empiezas a ver por todos los lados. Cómo es posible que hasta entonces había pasado desapercibido y sin darte cuenta ahora está hasta en la sopa. Enciendes la televisión y aparece en las noticias, lees la prensa y le dedican un artículo, en las redes sociales todo el mundo opina de ello y en las terrazas las mesas de al lado no dejan de comentarlo.

Inaudito pero cierto. A mi me está ocurriendo este verano con las criptomonedas. Mi amigo Dani, en una de las innumerables copas de verano que todas las organizaciones en Madrid nos empeñamos en convocar antes de las vacaciones, me abordó para explicarme que estaba echando a perder mis ahorros con una cuenta corriente en el banco.

Como conozco su vehemencia y a esas alturas del curso ya las fuerzas flaquean para las discursiones, le dejé hablar. En pocos minutos me explicó el dinero que estaba ganando con los bitcoins pero también su fontanero y la panadera de debajo de su casa. Siguió explicándome que eran legión los inversores que ya se habían pasado a las criptomomedas. ¿Las cifras me mareaban o era el coctel con el estomago vacío? El tiro de gracia a mi silenciosa incredulidad me lo dio cuando afirmó que siendo tan pacato no iba a poder pagar las carreras de mis hijos. Con cara de póker me escabulĺí de la fiesta con una excusa poco creíble.

Y al día siguiente el milagro sucedió. En mi buscador del móvil Trump anunciaba la aprobación de la primera ley en su país para apoyar a las monedas virtuales. En la oficina leí que el principal banco americano ofrecía ya prestamos garantizados por criptomonedas. Bajé a la calle y en la sucursal de una entidad financiera vi un cartel que promocionaba la custodia y compra-venta de estas monedas digitales. Me pellizqué por si era un sueño y recibí como respuesta en mi correo electrónico un curso para saber operar con bitcoins ante los requerimientos de los reguladores. Agobiado llegué a casa y mis hijos hablaban del ultimo tiktoker que se estaba forrando con las cripto y mi mujer me dijo que su mejor amiga también tenía unos euros invertidos. Ya en la cama, a mi cabeza vino Milei y Maduro apoyando uno la moneda Libra y el otro la cripto Petro. Agobiado de tanta presión del bitcoin cogí un libro de mi mesilla, firmado por un nobel de Economía que explica las trampas del cerebro. Y leí el sesgo de la ilusión de frecuencia. ¡Menos mal! Una explicación para mi intenso día.

Al parecer cuando algo llama nuestra atención, nuestro cerebro comienza a prestarle más atención y a buscarlo activamente en nuestro entorno. Una vez que hemos notado algo por primera vez y lo hemos asociado con una cierta idea o concepto, tendemos a interpretar las apariciones posteriores de ese algo como una confirmación de que es común o frecuente, incluso si en realidad no lo es y son meras coincidencias.

Con la tranquilidad de que no estaba loco pude dormir bien ese día y seguir con el verano sin tantas alucinaciones...por lo menos hasta que alguien vuelva a activar mi cerebro.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

No hay comentarios:

Publicar un comentario