martes, 1 de octubre de 2024

Popeconomics

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico La Información el 30 de septiembre de 2024)


Hay una frase atribuida a Warren Buffet que dice algo así como que cuando el taxista habla de la bolsa hay que dejar de invertir en el mercado de valores para buscar otras opciones menos populares. Estas semanas de vuelta al cole también han comenzado las tertulias con muchos opinadores que usan la actualidad económica en sus intervenciones amplificadas por las redes sociales. De modo y manera que conceptos como la carestía de la cesta de la compra en Estados Unidos, las ayudas públicas a la pobreza energética en Reino Unido, la prima de riesgo en Francia o el fraude de las criptomonedas en España... han acabado en boca de legos en economía pero hábiles en verborrea.

Si el mago de Omaha abandonaba su cartera de mercados financieros por culpa del taxista inversor, a los economistas no nos puede pasar algo similar al escuchar tanto contertulio y acabar desistiendo de explicar la coyuntura. Más bien al contrario. Cuando los asuntos económicos se sitúan en la agenda pública es una oportunidad que no puede desperdiciarse para lograr una educación social que ayude a la ciudadanía a afrontar mejor las crisis economicas. En el mundo anglosajón lo han llamado popeconomics. Es decir “economía pop” o ese momento en que los temas técnicos de esta disciplina se convierten en tan populares como una canción gracias a la industria del entretenimiento.

Los resultados de las encuestas de educación financiera a la población demuestran el desconocimiento masivo de conceptos tan básicos como que los préstamos han de devolverse o que los intereses crecen con el paso del tiempo si se aplica el tipo compuesto. Este año se han incluido las criptomonedas y la mayoría no sabía el riesgo inherente a las mismas. Es por eso mismo, porque la ignorancia avanza con penosas consecuencias, la razón para no desistir en explicar con rigor y sencillez conceptos económicos, en este cuarto de hora de popularidad de la ciencia social.

No es fácil porque esas tertulias nos recuerdan muchas veces al cuñadismo de los encuentros familiares por esa capacidad de hablar de todo sin saber de nada, pero no hay que perder la esperanza. Unos investigares bautizaron en los años cincuenta con su nombre, efecto Duning-Kruger, un experimento que viene al caso. Las opiniones de una persona que no sabe nada de un tema son mucho más numerosas que las de aquella otra que sí sabe algo. Es decir analizando numerosos datos concluyeron que conforme más se conoce un tema menos se opina porque uno se da cuenta de su estulticia. «La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento». O si se prefiere, comenzar a estudiar es comenzar a callar. Solo, decían estos científicos, las opiniones vuelven a emitirse en cantidad cuando se sabe muchísimo de un asunto como para ser situado en la categoría de experto por los demás.

De ahí mi esperanza de que si la economía se vuelve popular, cuñados y tertulianos tengan que entrar en wikipedia un par de veces y empiece a funcionar el Efecto Duning_Krug, por el bien de todos.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC


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