lunes, 16 de septiembre de 2024

¿Y tú de quién eres?

 (Este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 16 de septiembre de 2024)

Los que tienen pueblo para pasar el verano, seguro que les sonará esta pregunta. A los que no, quizás les venga a la cabeza una divertida canción de los noventa que todo el mundo tarareaba. Para el resto, esta explicación: en la España rural era habitual etiquetar a los jóvenes con alguno de sus antepasados familiares para así identificarlos mejor. La letra de esa canción se reía de esta costumbre ya que un chico quiere comprar algo en una tienda, pero las clientas solo le preguntan ¿Y tú de quien eres? ¿De Marujita? ¿de Josefita o de Miguelina? …no pararán hasta saber la familia de este forastero.

Así seguimos, por mucho que España sea urbana y multicultural y poco importe ya en la mayoría de ciudades quienes son los ancestros de nadie. Y digo que esto no ha cambiado porque los españoles necesitamos etiquetar todo. Lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia y ahora con el fenómeno de la polarización se ha acelerado. Es imposible no posicionarse. O blanco o negro, nada de grises. O estás con Kamala Harris o eres un trumpista. Igualmente, si lees un periódico ya no puedes ojear otro porque parece que estás traicionando a tu cabecera de referencia.

Pero en este mes de septiembre esta pregunta se ha repetido en el bar, el autobús o cenando en casa. ¿Eres de Broncano o de El Hormiguero? Los datos de la batalla de la audiencia se comentan cada mañana como si nos fuera la vida en ello. Antes de mirar la agenda, el horario del metro o el saldo en el banco, chequeamos si La revuelta le ha ganado a Pablo Motos. Seguimos sin entender qué es la TAE de nuestra hipoteca o la tarifa en kWh de la factura de la luz, pero nos hemos vuelto expertos en defender el share que obtiene La Revuelta o el rating que logra El Hormiguero. Muy español.

Nada que no haya pasado a lo largo de nuestra historia. En el siglo XVII la rivalidad entre Francisco de Quevedo y Luis de Góngora superó la literatura para alcanzar lo personal. En el barrio de las Letras de Madrid se crearon dos bandos, los partidarios del primero “los conceptistas” y los “culteranistas” que apoyaban al cordobés. Dos siglos después casi en las mismas calles, el pueblo se dividió entre los “afrancesados” que defendía la invasión del vecino porque traería la Ilustración frente a los “patriotas” que querían al rey Fernando VI. El relevo de bandos lo tomaron los “isabelinos” y los “carlistas”, de nuevo etiquetas españolas, que han seguido conforme avanzaban los años con los anglófilos frente a germanófilos; los prorrusos y los atlantistas. El Real Madrid de Cristiano o el Barca de Messi. La radio de Encarna Sánchez o la de María Teresa Campos. Siempre en dos orillas del rio, como si no pudiese valorarse al mismo tiempo la ironía de Quevedo y la profundidad de Góngora. Acaso no podía compartirse el amor a tu país y defender al mismo tiempo las bondades de las ideas venidas de fuera. Por qué renunciar a la cultura alemana o rusa al mismo tiempo que repudias sus dictaduras. Se puede admirar a dos futbolistas y también escuchar varias emisoras de radio, sin ser un felón. No es fácil, pero hay que intentarlo también estos días.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

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